viernes, 2 de septiembre de 2016

La seducción de la cibernética

Mara Torossian
Vivimos en un mundo que va a 10 megabits por segundo, es decir a la velocidad de una conexión de internet. Las imágenes se solapan unas con otras y la mayoría de los discursos se arman y distribuyen en un espacio virtual. Nuestra disponibilidad a la información aumenta de manera exorbitante y en tan solo 30 años su evolución ha permitido que llegue a lugares geográficos que, en el pasado, sólo la radio pudo alcanzar. Internet fue una de las tecnologías que nació siendo inclusiva pues cualquier persona sea adulto, joven o niño, tenga o no un buen pasar económico posee hoy un celular con acceso a una conexión de red.
La aparición del nuevo medio produjo grandes cambios dentro del género informativo, particularmente en la tradicional noticia. Internet abrió un espacio de difusión muy amplio; sus notas navegan por los circuitos de todo el mundo. Así como podemos saber lo que sucede en Chicago, Tokio o Londres también nos dicen qué pasó en la esquina de nuestra casa. Por lo tanto lo que los redactores hoy no pueden prever es su público específico.
En las épocas en la que la prensa era el principal medio de difusión de noticias se crearon diarios para cada público en particular, de tal modo que los sindicatos de obreros se identificaban con un periódico, los conservadores tenían el suyo y también hubo una época en que determinadas tiradas se dirigían a un público femenino. Esto no cambio demasiado, en el papel el tratamiento de la noticia siempre se basó y se sigue basando en un lector modelo exclusivo, incluso la organización misma del periódico está destinada a este.
   Con las nuevas tecnologías el púbico es tan amplio como habitantes existen en el planeta, nunca se está completamente seguro de quién va a leer nuestra noticia y aunque el idioma pueda ser un obstáculo, no es siempre un limitante. De tal manera las fronteras se quebraron, hoy se puede decir que nuestra comunicación se instala en un “espacio de flujo” permanente en el cual el lector busca qué quiere leer, cuándo y dónde. Jesús Canga Larequi lo llama “público activo”. Aunque este sistema representa una inmensa ventaja para el usuario, puede llegar a determinar el fin de la noticia como pieza fundamental de información y acabar en lo que se convirtió la televisión: programaciones de meras opiniones y reiteraciones continuas.
Alicia Rivera opina que el riesgo de la personalización de los medios podría dar lugar a informar solo de los temas que interesan y no del conjunto de los hechos. De tal modo, quizás se evite lo que no se desea escuchar, lo que se prefiere no ver y olvidar como la crisis de Brasil, la división de Inglaterra o políticas gubernamentales que insisten en quitarle dinero a la salud y la educación para cubrir subsidios. Si así fuera el periodismo vendría a jugar el papel de alienar a las masas, dibujando un mundo feliz que no existe.
Tal situación iría contra el periodismo hecho con criterios de calidad, objetivo e independiente, dando lugar a un periodismo de escritorio, sin contacto con la realidad que debe trasmitir y basado únicamente en lo que le dice la pantalla. Este hecho acarrea un nuevo problema: la noticia, caracterizada por su novedad, se vuelve repetida, efímera y sin profundidad.
Los deportes, los policiales y la farándula son las noticias más leídas en nuestro tiempo. Los contadores de visitas llegan a registrar un número mucho más grande en las páginas que suben notas de este estilo que las que puede alcanzar cualquier otro artículo informativo. Así mismo la cantidad de publicaciones en internet aumenta notoriamente en los clásicos de futbol, cuando ocurren muertes o hay escándalos entre famosos.
Dichas notas son principalmente las que aparecen en las redes sociales, son compartidas por miles de usuarios y comienzan a surgir nuevas voces respecto al mismo tema. La noticia deja de ser noticia en tan solo media hora y su contenido se vuelve reiterativo y vicioso. “Cuanta más gente se apasiona por un tema, personaje o acontecimiento, más noticias serán generadas en torno a él”, señala Furio Colombo. En la red esto se ha viralizado de tal manera que hasta los mismos testigos del hecho noticioso comienzan a subir fotos y escribir sobre ello. Muchas veces el llamado periodismo ciudadano es quien difunde primero el suceso.
Las personas pueden contar lo trascurrido y saber detalles que un periodista nunca podría obtener por sí solo, o quizás hasta podrían registrar con su teléfono imágenes que un fotógrafo jamás captaría, son testigos. Ellos son una fuente fundamental para reconstruir la situación y dar profundidad a la publicación, pero son incapaces de producir una noticia, aunque en internet ocurre con bastante frecuencia. El poder de la instantaneidad tumba la posibilidad de analizar el hecho y la primicia cobra valor.
Los titulares se convierten en la noticia completa y para que alguien haga un clic sobre el link el título debe ser llamativo o reproducir algún comunicado relevante del momento, de otro modo solo basta con saber aquellas dos líneas para estar informado. El tiempo en internet se disuelve muy pronto y la red no da tregua. Las noticias no pueden salir a la luz minutos después de saber lo mínimo del hecho pues ya no tendrían vigencia. La urgencia por publicar el artículo termina por contar solo una parte del hecho real y el resto se ensucia de hipótesis y teorías del periodista o los vecinos, atentando contra la credibilidad del medio.  
 Furio Colombo considera que no todas las noticias que tendrían que nacer nacen, no todas las noticias que nacen están en relación directa con la necesidad y el deber de informar. Un artículo periodístico en la red muchas veces termina siendo desinformación o quizás un punta pie para generar una nueva nota. Una cosa es cierta en esta realidad virtual que tiene tantas ventajas como desventajas: El lector es el principal eslabón de esta circulación infinita.
En esta red de circuitos integrados las noticias no viajan solas. Tanto el periodista como sus destinatarios son quienes alimentan el discurso. En internet el carácter responsivo del receptor es fácilmente reconocible, ahora cualquier usuario puede acotar, corregir y agregar a la nota principal lo que sabe del tema, realizar una criticar o bien citar alguna otra página en donde se puede encontrar información relacionada.
El espacio sin límites de este nuevo medio abrió en la realidad una fuente de datos donde las noticias abundan: las que solo informan en titulares, las que otorgan profundidad y dan validez a un hecho aislado y las que solo sirven para entretener al público. El lector modelo no existe, hoy la comunidad cibernética es seducida por un cúmulo de información que se nos presenta a tan solo un clic de distancia.
En una realidad tan cambiante cobra valor saber cómo nos informamos: qué páginas leer, qué buscamos cuando nos sentamos frente a nuestra Notebook y dónde nos posicionamos para que el mundo virtual no empañe la verdadera realidad. Advertir las debilidades de este nuevo medio quizás nos ayude a aprovechar mejor sus grandes beneficios. Llegar a todo el mundo en un instante es un poder que debemos explotar para hacer periodismo de calidad.   


Publicado en: La Revista de la UNER, sección C&C- Comunicación y Cultura, agosto.

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