El hecho de
que hoy vivimos rápido no es ninguna novedad. Es normal que todo sea
instantáneo y dure unos pocos segundos. Aquello que pasó hace una hora es pasado
y mucho más pasado es algo que sucedió hace un día. La jerarquización de la
información está en permanente cambio y establecer un límite bien definido
sobre qué es lo que interesa saber o sobre qué es lo que se quiere mostrar no
es fácil. El siglo XXI ha traído nuevas formas de percibir la realidad: el
movimiento, la alta definición, la vida virtual en 3D. Esta lucha de pantallas
que nos persigue hace difícil pensar en que nuestra realidad puede estar
plasmada en un papel. Sin embargo ese papel y esas pantallas unidos son poder y
entre ambos construyen el mundo en el que vivimos.
El
periodismo gráfico ha tenido que adaptarse a estas nuevas formas de
comunicación. Algunos decían que esto iba a hacerlo desaparecer. La historia
muestra que los cambios lo fortalecido; superó el surgimiento de la radio y de
la televisión, y siguió en pie. No se puede afirmar que internet le haga
competencia, porque en parte lo complementa.
No hay
medio gráfico que hoy no tenga sitio online. Es más, el diario en papel no
podría existir sin su versión en línea. La prensa negocio sigue vigente y los
sitios de internet sobreviven gracias a la publicidad. Son éstos quienes en
realidad mantienen a la edición en papel que, debido a la reducción de las
ventas, ya no genera tanta ganancia.
Informar a
través de la web tiene sus ventajas, la principal es el alcance masivo. Pero la
información está más dispersa. Antes encontrábamos todo en el diario y no
veíamos notas nuevas hasta la próxima tirada.
En los sitios digitales tenemos que ponernos a buscar lo que queremos. Y
la actualización permanente que tienen hace que a veces lo político se mezcle
con las noticias de chimentos, el deporte con la economía y la salud con notas
de color. Tenemos entonces más acceso a más y variada información, pero debemos
saber encontrarla.
Comprar el
diario puede hacernos sentir desactualizados. Que la información esté quieta en
un papel y que permanezca igual hasta mañana no da seguridad. Sin embargo la
legitimidad que tiene una nota impresa no es la misma que tiene una en la
pantalla. La posibilidad de cambio que tiene la web ayuda a que se corrijan
errores, a que se actualice la información. No podemos saber con certeza ni
confiar en que esa que leemos es la nota final.
También es
cierto que hay más voces que informan y comunican, como dice Jesús Canga
Larequi: “Los ordenadores son herramientas para realizar nuestro trabajo, no la
esencia de éste”, es decir, que no podemos legitimar a todo aquel que decide
comunicar algo a través de la web, ya que la facilidad de acceso hace que cualquiera
pueda compartir todo tipo de contenido y esto no da certeza de que esa
información sea verdadera.
Pero a
pesar de que son muchos más quienes ahora emiten información (canales, redes
sociales, blogs), la lógica sigue siendo la misma: pocos son los que deciden de
qué se va a hablar y siguen estableciendo la agenda, mientras que el resto
copia, hace viral y habla sobre esos temas impuestos.
Este nuevo
medio o forma de comunicación ha logrado poner conceptos claves en crisis. El
primero es el de noticia. El Diccionario de la Real Academia, define noticia en
una de sus acepciones como: “Datos o información nuevos, referidos a un asunto
o una persona”. Quizá entonces no es ese concepto el que deberíamos
cuestionarnos sino que lo que podríamos preguntarnos es ¿qué es nuevo? ¿Algo
que sucedió ayer es nuevo?, difícil es decidirlo, porque la rapidez y la
hiperconectividad de nuestra vida hoy nos hacen dudar.
Otro
concepto clave que está en crisis es el del lector modelo. Cómo determinar un
público específico cuando los límites se han roto. Hoy no hay fronteras
definidas, los intereses de ciertas generaciones no son los mismos y algunos
hasta son muy diferentes. Un tema puede ser de interés para personas de
distintas edades, distintas culturas, que vivan en distintos países; así como
también personas de la misma edad y de la misma cultura pueden no tener nada en
común. Una publicación hecha en Argentina puede trascender y ser leída en
cualquier parte del mundo. Muy difícil es entonces delimitar a quién le
dirigimos una nota y esto hace el trabajo del periodista más complejo.
Lo que
ayuda es que ahora el emisor puede ver qué siente el lector: o le gusta, o le
encanta, le divierte, lo pone triste o le enoja. Así el concepto de lector
modelo no es que desaparece, sino que va mutando hacia un nuevo horizonte, en
el que no se puede delimitar cierto público antes de ver a quién le llega, y
ahí sí tenerlo en cuenta para notas futuras. Así el periodista está al tanto de
lo que quieren sus lectores y les da exactamente eso. La realidad se ha
construido y hoy se sigue construyendo a través de los medios de comunicación,
sólo que ahora al tener la respuesta inmediata del público, se va haciendo un
entrelace entre lo que el lector quiere y lo que el medio quiere darle.
De todas
formas, a pesar de sus cambios y de su interacción con la gente, la prensa,
como dicen Maxwell McCombs y Donald Shaw, moldea la mente pública e influye de
manera significativa en el flujo de la historia. Ya sea en su versión online,
impresa, radio o tv, es ella la que nos dice en qué tenemos que pensar y de
ella derivan los conocimientos masivos de la gente.
Estos
cambios en los conceptos de noticia y lector modelo, también nos llevan
inevitablemente a cuestionarnos tanto el tiempo como el espacio. Espacio porque
como ya se ha dicho, no hay fronteras. Pero se puede tomar otra acepción de
esta palabra: el espacio físico. En un diario o en un programa de radio o
televisión hay ciertos límites de extensión. En una página web no. Y la noción
de tiempo la discutimos porque no existe más la presión de terminar una nota a
cierta hora porque cierra la redacción, pero sí está esa necesidad de publicar
lo más rápido posible antes de que la competencia se entere del hecho y lo suba
primero.
Lo cierto
es que la web comenzó siendo una herramienta que utilizaban los medios y hoy ha
tomado el papel principal. Los complementa y ayuda a difundirlos, mostrando lo
que en pantalla chica o en papel no podemos ver, pero a veces también nos hace
saber mucho más de lo que queremos. La web ha hecho que las palabras de uno
lleguen a muchos otros y que la realidad que ese uno proyecta e informa tenga
un alcance no sólo local sino global. Hoy ya no se puede imaginar no saber qué
sucede en el mundo, pero ¿es necesario tanto?.
Alejandrina Tinta Segovia
(CAMILA GOMEZ) Alejandrina, tu pieza comunicacional me parece sumamente clara y concisa en cuanto al contenido y la manera en que lo desarrollaste.
ResponderEliminarCon respecto a los dos conceptos fundamentales que planteás hoy cambian -noticia y lector modelo- puede discutirse. En el caso del primero, tal vez lo que influye en este redefinición es el concepto de Primicia; dado que, como mencionás, la Prensa Negocio sigue vigente y, en tanto tal, los distintos medios de comunicación luchan por obtenerla. En este sentido, coincido en que la credibilidad de la información en Internet puede verse vulnerada, ya que el afán por publicar primero podría -o no- equivaler a verificar la información.
En el caso del concepto de lector modelo, comparto la idea que abre un nuevo horizonte para los emisores, pero cabe preguntarse por la calidad de información que daremos si quedamos sujetos solamente a los gustos del lector, ¿informaremos lo urgente, lo importante, puras banalidades? Es claro que pone en cuestión el rol del periodista. ¿Para quién escribimos?
Por otra parte, es valiosa la relación que establecés entre los soportes papel y pantalla. Si bien, personalmente disiento en que el primero otorgue más legitimidad que el otro; como aporte puede tomarse la concepción de la prensa como negocio, por ende, de la noticia como mercancía. La plataforma digital legitima su contenido a través de la marca de la empresa periodística, y publica información similar a la del papel (con la debida adecuación al soporte, ya que las variables de tiempo y espacio varían)